Río Tinto es una de las zonas con actividad minera y metalúrgica más antiguas del mundo. Este nombre asociado al río de aguas bermejas, que nace en ella y la cruza en su curso alto, es sinónimo de minería a nivel mundial.
En esta comarca, las primeras operaciones comenzaron hace 5.000 años en el calcolítico, dos milenios después, durante el esplendor del mítico Tartessos, la plata extraída de Riotinto, junto a la de otras minas, fue llevada por fenicios y poco después por griegos al otro lado del mediterráneo, hasta la apertura en el siglo VI a.C. de las minas de Laurion en Grecia.
La época romana fue el primer gran periodo de explotación de este metallum (mina en latín). Prueba de los seiscientos años de beneficio de estos criaderos son las 20.000.000 de toneladas de escoria romana generadas y los isótopos de plomo hallados en el hielo de Groenlandia procedentes de Río Tinto, que demuestran por si sólo que esta mina fue la más importante del imperio.
Con el final de la Edad Antigua y el comienzo de la Edad Media, comenzará un período de decadencia para esta comarca, del que no saldrá hasta el inicio del gobierno de Felipe II, cuando tras el éxito en la reapertura de las minas de Guadalcanal, se envíe a Francisco Mendoza y Diego Delgado para inspeccionar las minas. El interés de la corona no fue suficiente para la puesta en operación de las minas.